Nos basamos para este análisis en un artículo llamado “ El taylorismo
sigue vivo” de Hernando Gil Tovar.
Es muy difícil negar que la
empresa tradicional obstaculiza, aliena y repercute muchas veces de manera
negativa en la vida de quienes la integran, ¿pero realmente podemos sostener la hipótesis que intenta
dar cuenta de la crisis del modelo Taylorista?
La mayoría de las teorías surge
como respuesta a una teoría anterior, a paradigmas que no pueden dar respuesta
a diversos interrogantes, ni solución a los nuevos problemas que aparecen, este
es el caso de la “teoría de las relaciones humanas”, que surge a partir de la
necesidad de humanizar el trabajo y democratizar la administración; Edgard
Schein sostiene que uno de los puntos clave de la Organización humana está dado por la idea de que “la división de trabajo se dé sobre la base
de talentos o habilidades innatas”. De esta manera, en respuesta al estilo rígido
y mecanicista de la teoría clásica, surge la teoría de las relaciones humanas
con la idea de aportar un modelo más flexible y menos mecánico que se adecúe a
las necesidades de la nueva sociedad.
Rafael Echeverría sostiene que el
modelo tradicional de hacer empresas está en crisis, que muestra signos
inequívocos de agotamiento y que es incapaz de sustentar el desarrollo
empresarial del futuro, en el capítulo 1 de su libro “La empresa emergente”,
Echeverría sostiene: “Luego de haber
servido a la expansión del quehacer empresarial en el mundo y haber expandido
la capacidad productiva de las empresas, la estructura organizativa de la
empresa tradicional se ha transformado en un obstáculo para su desarrollo. De
factor impulsor que fuera en sus inicios, el tipo de organización que
caracteriza a la empresa tradicional se ha convertido en factor limitante,
obstruyente de sus posibilidades”, si bien coincidimos con este autor respecto
de que la empresa tradicional limita y obstruye, nos permitimos dudar acerca de
una real crisis en este tipo de organización. ¿Por qué…?
Porque a pesar de todos los
contradictores, y de todas las fallas e inconvenientes que se le han encontrado
y adjudicado; el aporte de Frederick
Winslow Taylor sigue vigente, incluso más de lo que podemos suponer.
Aspectos como el análisis del trabajo y estudio de los tiempos y movimientos,
estudio de la fatiga humana, división del trabajo y especialización del obrero,
diseño de cargos y tareas, incentivos
salariales por producción, condiciones ambientales de trabajo,
estandarización de métodos y máquinas, supervisión funcional (figura del
capataz ejerciendo el mando y el control) y trabajo a destajo siguen aplicándose en muchas organizaciones
, aunque con otros nombres y agregados, dependiendo de la moda gerencial.
Pensamos que el Taylorismo sigue
vigente hoy en muchas partes del mundo, aunque la mayoría de las veces, de manera camuflada. La revolución de
la productividad que comenzó en Estados Unidos y luego se expandió al resto del
mundo se sustentó en el modelo Taylorista, con repercusiones que aun hoy siguen
manifestándose. La mayor parte de las transformación llevadas a cabo por las empresas
actuales, no han hecho más que crear un modelo
de trabajo y relaciones sociales basado en la automatización flexible, articulando
la tecnología y la desregulación del trabajo para convertirlo en maleable y
polivalente. Las tareas se realizan en equipo pero conviviendo con el trabajo
taylorizado resultante del proceso de racionalización, buscando ser cada día
mas competitivos para poder sobrevivir a la globalización de la economía,
aplicando economías de escala, mejoramiento y optimización de los procesos,
capacitación de los trabajadores, diseño de nuevas herramientas, salario a
destajo y todo lo que lleve a reducir costos, a la eficacia y eficiencia, a la
efectividad y al fortalecimiento de las ventajas competitivas;
Taylor y sus seguidores hacen
también una valoración especial de la función
gerencial, lo cual sigue siendo foco
de atención para los autores
contemporáneos en la búsqueda de una mayor efectividad en la empresa, tarea
en la cual el directivo es el principal protagonista, el elemento dinámico que
da vida a cada negocio y el que, en una economía competitiva, se constituye en
una ventaja efectiva para la empresa. Para Taylor la iniciativa y elaboración
intelectual se concentra en el sector que él denominó de dirección, impidiendo
al trabajador su aporte creativo y con ello la generación de conocimiento en la
organización
Los precursores de la Escuela de
Relaciones humanas pretendieron superar al taylorismo, pero lo que vemos es
que, aunque el control se ha
suavizado, éste sigue siendo, como en la época de Taylor, un privilegio de la dirección, incorporado como parte del sentido
común en el diseño del trabajo, y poco nombrado por su estigma.
A modo de cierre, por todo lo
expuesto anteriormente, sostenemos que el Taylorismo sigue y seguirá vigente, mientras
el modo de producción capitalista se mantenga en pie. Y es que para sostener el
sistema, las empresas deben obtener ganancias y para ello es necesario mantener
el statu quo de división del trabajo, y claro está, de clases.
Creemos que la única manera de un
verdadero cambio, es un cambio de estructura, que no es ni más ni menos que el
modo de producción. Cualquier otra modificación, teoría, legislación y buenas
intenciones solo responden en un nivel de superestructura, como reflejo y
espejo de las condiciones determinadas a nivel estructural.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario